La capacidad de adaptación a los espacios más inhóspitos de la naturaleza que tienen algunas especies nos muestran un camino a seguir. En el lugar más seco del mundo, en el desierto de Atacama en Chile, habita un microorganismo, una microalga bautizada como Chroococcidiopsis Sp.
Los descubridores de esta especie, un grupo de Biotecnología de las algas (Bitel) de la Universidad de Huelva, analiza ahora concienzudamente cómo es capaz de vivir en una zona donde apenas llueve -se calcula que llueve cada cuatrocientos años- y donde la temperatura supera los 50 grados.
En particular, los investigadores están interesados en su capacidad de filtrar la luz y sobrevivir a las intensas radiaciones del lugar. Parece que el factor de producción se basa en la producción de un lípido (Possen Escitoenemina) y un derivado de aminoácido (Micosporina).
Su utilidad es evidente, podremos aprender de los microorganismos para mejorar las cremas solares que utilizamos y conseguir productos más eficientes.
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